Había demonios y mazmorras y desterrados que en otro tiempo habían sido amigos o incluso algo más.
Sus almas perdidas se desconocían y en algún momento serían oráculo
para conseguir algún tipo de meta para salir del vacío que dejaba el ruiseñor muerto tras tanta delicia de azúcar glas.
Se hundían las moléculas
y atrapaban a sus presas inpregnándolas con las garras de Lucifer
La metáfora del ángel caído sirve para mi historia
No sé si caído o aún desterrado.
Mi sueño de soñar eternamente está atrapado en las dunas.
Y las dunas están llenas del tóxico blanco
Se me aparecen demonios pasados y solo me apetece recodearme entre recuerdos macabros
mientras sigo desdibujando las ideas que un día sostuvieron mi palacio.
Yo habitaba un palacio del que ya no recuerdo el reino.
Yo reinaba en un reino donde ya no hay nombres ni personas.
Mis cimientos están totalmente destruídos
pero me sienta bien estar rodeada y amparada por destrucción,
al fin y al cabo él ha huído al refugio de las estrellas
y ellas,
siempre tienen algo que decir,
aunque ya no calmen las tempestades ni ahuyenten a los demonios.
Algún día habitaré un palacio con nombre propio,
pero mientras tanto no tengo intención alguna de seguir nombrando nada que no me haga recuperar mis cimientos.
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